2017 Museo de Arte Contemporáneo del Zulia Maracaibo
DESGASTE SOBREESTIMULADO
La primera muestra individual de Fausto Amundarain dentro de las instalaciones DEL MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO DEL ZULIA (MACZUL). A inaugurarse el próximo 24 de junio. Corresponde con la investigación que ha llevado adelante sobre los estratos de desgaste en la sociedad, que van desde los iconos infantiles, el arte moderno hasta la síntesis visual contemporánea. En esta oportunidad está exposición está conformada por un total de 30 obras como lo son un gran políptico de técnica mixta, pinturas sobre papel, un gran mural elaborado en el sitio, y una escultura.
Su análisis comienza bajo la premisa de redimensionar tanto en la escala como en su deformación y detalle sus propios dibujos infantiles, que constituyen la base de investigación visual y conceptual del proyecto. Lo refuerza con sobre posición de planos que inician como en proyectos anteriores desde el papel periódico y fragmentos de aluminio reciclado, que permiten generar la tendencia sobre la relación de influencia y consumo de la sociedad contemporánea, desgaste cuidadoso y sin ningún ápice de casualidad constituyen composiciones estructuradas de detalles de fantasías infantiles y adultas, interpuestas y como bien se observa sobre estimulan la dimensión visual de los contextos tratados. Por otro lado, el tema de los factores íntimos en estos segmentos de mundos infantiles mezclados con la madurez advierte transiciones diferenciadas sobre el placer y el juego de forma permanente. En si una construcción visual muy elaborada de grandes alcances en su interpretación por diversas líneas de información paralela.
El remake intelectual que construye sobre la obra Oteriana, de referente directo, forma parte del gran mural, creando una obra que genera una sutileza de interpretación sobre la idea propia del envejecimiento, sin perder de vista el aporte al contexto actual. Un desgaste donde se filtran azules y amarillos claros sobre los elementos realizados en aluminio, generan una obra de importancia dentro de la producción de Amundarain. Un conjunto de 20 pinturas sobre papel, demuestran la capacidad de integrar el color en una obra de interacción extendida en el espacio, es decir no hay bordes sin color, lo que permite a la mente del espectador terminar de componer en el espacio vacío. No se observan horizontes, solo líneas y formas orgánicas sobre puestas que nacen de los mismos dibujos infantiles ampliados y fragmentados. Mientras las propuestas del gran mural compuesto por un políptico de gran escala utilizan valores y no colores como lo son el negro, el gris, el papel periódico y colores muy sutiles, aquí en medio pliego se funden los tonos más iridiscentes que podamos imaginar. Podríamos estructurar dos dimensiones para esta exposición una etapa de reflexión en el desgaste de acción entendiendo esto como el trabajo físico que realiza el artista para llevar el material a su consecuencia de uso final, como si se tratase de un botón de un ordenador que de tanto uso se destruye y se borran sus letras y la otra está referida al desgaste sensorial visual por medio de la saturación cromática que mueve de manera directa el estado psicológico, de esta forma el impacto es inmediato, acelerando la comprensión con el recurso de la sobreestimulación visual.
No hablemos de madurez en un caso u el otro, sino de investigaciones paralelas por parte de Amundarain, que organizan un trabajo que lleva adelante por medio de un conjunto de referentes artísticos e influencias de la acelerada cotidianidad urbana. Un gran mural en una de las técnicas más antiguas de producción artística como lo es el carboncillo queda inscrito en el muro del MACZUl, proyecto de integración arte arquitectura. Conmueve la escala y de nuevo esa red amorfa y compuesta de variables estimuladas llegan a una pureza extendida en la percepción de la sala y el conjunto. Al conjunto de obras de alta elaboración y procesos técnicos se le une tomando por asalto un muro de la sala un clásico ready made duchampiano, suerte de técnica clásica podríamos decir. Una rotonda giratoria que vuela a la poética y desgarre infantil del momento del juego y la pertenencia en la libertad pura y plena.